miércoles, 14 de mayo de 2008

Deserciones y desesperaciones


Cada cubano exiliado tiene detrás una historia increíble sobre su salida de la isla y la llegada a tierra nueva. En cualquier parte del mundo donde me encuentro con cubanos, siempre terminamos intercambiando anécdotas, y los detalles muchas veces son realmente escabrosos y violentos.
Hace semanas participé activamente en una de estas historias. Todo comenzó cuando me llegó un email de Antonio Maceo y por poco me infarto pensando que el mulato general me estaba contactando desde el más allá. La primera pregunta fue ¿por qué entre tantos cubanos, el Titán de Bronce me tenía que escoger precisamente a mi?, así que picada por la curiosidad, abrí inmediatamente el mensaje para chocar con un desesperado pedido de auxilio escrito en clave medio indescifrable y enviado por un buen amigo médico que llevaba varios días escondido en una casa en Maracaibo, Venezuela porque había desertado de la misión Barrio Adentro donde llevaba casi dos años. Había pedido asilo en la Embajada Norteamericana, y estaba a la espera de que lo llamaran confirmándole que había sido aprobado. Llevaba muchos días escondido y desesperado sin respuesta alguna, y decidió pedirme ayuda. Su familia en Cuba no sabía nada de su paradero y éramos pocos, para no decir que casi ninguno, quiénes sabíamos de su odisea. El y yo comenzamos a intercambiar mensajes en un lenguaje en clave que establecimos en la marcha, adivinando los significados de las frases y suponiendo muchas otras -una habilidad que adquirimos todos los cubanos que nacimos y vivimos dentro de la Revolución, y que terminamos llevando a cuestas a todos lados, un lenguaje de frases que aparentemente no dicen nada pero que significan mucho-. Mi amigo esencialmente quería tener a alguien aquí afuera que podía ayudarlo en un momento de desesperación, y además mantener comunicación constante con el exterior mientras esperaba en su escondite, y como hace mucho tiempo pasé por una experiencia similar antes de llegar a Miami, pues él sabía que yo entendería sus necesidades y además, podría darle buenos consejos y frases de aliento en esos momentos que uno piensa que nunca verá la luz al final del túnel y piensa también, que todos se olvidaron de ti dejándote varado en esa tierra de nadie, lejos de tu familia, de tu tierra y de la salvación.
Mientras él esperaba escondido en Maracaibo, yo inicié el vía crucis de buscar ayuda en las fundaciones, organizaciones y congresistas del exilio que siempre uno ve en las noticias con historias similares, ayudando al necesitado con la mayor animación del mundo. Pero en la vida real, el camino no es tan fácil. Después de conseguir los números telefónicos adecuados de las organizaciones que podían ayudar a mi amigo, empecé con las llamadas diarias y constantes para lograr que alguien escuchara la historia de mi amigo desertor escondido en un lugar desconocido de Maracaibo. Siempre recibía las mismas respuestas: tomamos nota del caso, por favor si nos puedes enviar más información por email para poder mandarle cuanto antes una respuesta... y la respuesta no llegaba, por lo menos no con la prisa que necesitábamos mi amigo escondido y yo, que quería ayudarlo a toda costa porque conozco bien de cerca la desesperación que le entra a uno cuando está varado en un país desconocido que usa de puente para llegar a Miami. Creánme que en unos días toqué muchas puertas, llamé a muchas personas y siempre recibía las mismas respuestas de que estamos trabajando en el caso.
Había días que mi amigo se derrumbaba y me confesaba que pasó la noche llorando, encerrado sin saber que canal de televisión mirar, dando vueltas entre la cama y las cuatro paredes de su encierro, sólo salía a comprar comida cada dos o tres días, y a visitar un cibercafé donde revisaba su correo electrónico a nombre de Antonio Maceo donde sus dos o tres amigos que conocíamos la historia, les escribíamos puntualmente para que supiera que aquí afuera existían personas interesadas en él.
A la misma vez, comencé a servir de puente de información entre su familia en Labana y él, recibía sus mensajes en clave y los re-enviaba a Cuba, con mis comentarios en clave también, era una cadena desesperada de noticias y mensajes entre Maracaibo, Labana y Miami que seguro que seguían consternados los agentes de seguridad en la Isla como si fuera la telenovela del día, acostumbrados a disfrutar historias ajenas que los distancie de su sufrimiento doméstico, que seguro le reprochan diariamente sus esposas.
Finalmente la Embajada Norteamericana lo citó y ahí fue otro vía crucis, salir del escondite para llegar a Caracas a entrevistarse y recoger todos los documentos, fueron tres días desesperantes, llamando a toda hora a su celular para saber que estaba bien y que ningún testaferro del gobierno cubano, de los que me aseguró abundan en Venezuela, lo había descubierto y denunciado, porque además, los cuentos de horror sobre denuncias y extradicciones para la Isla de los desertores de las misiones internacionales, eran muchos y casi todos repletos de una fabulación terrible en vejaciones y maltratos. Gracias a Dios mi amigo fue y regresó sano y a salvo de Caracas y rápidamente, comenzó otro martirio, preparar el viaje a Miami.
El día señalado, un sábado a las 6 AM, probamos el buen estado de nuestros nervios y corazones, porque ese día sucedió de todo, desde que un agente de aduanas lo detuvo en el aeropuerto de Maracaibo pidiéndole un soborno a cambio de silencio, el avión sospechosamente tuvo una falla en el tren de aterrizaje que demoró horas la salida hasta los agentes de inmigración norteamericanos se portaron muy mal con el interrogatorio previo a la entrada al país. Finalmente pudimos darle la bienvenida a mi amigo en tierras de libertad (un eufemismo que le encanta a nuestros viejos del Versailles) y respirar tranquilos, a pesar de todo el sufrimiento, otro se le había escapado a Fidel Castro - y que me perdonen los que siguen luchando dentro de Cuba-. Mi amigo me ha puesto a pensar, porque pienso que es hora que empiece a recompilar las historias de mis amigos sobre su salida y llegada a "tierras de libertad", creo que sería un buen bestseller... digo yo.

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