Y aquí vamos, cuando llegué a este país choqué contra la euforia de sanidad y ahí fue donde descubrí los diet, light, sugar free, low fat, 0 carb, 0 calories, low sodium, etc., etc., etc... que te ponían en situaciones como las del chiste del gordo que pedía una completa cubana de arroz, frijoles, masas de puerco fritas, tostones, un flan y UNA COCA-COLA DE DIETA pa subir de peso... Dios!!!... y lo que mas odiaba eran los mercados con sus opciones de alimentos orgánicos, no orgánicos, publicidades de que "ahora si encontramos la solución a tu exceso de peso: EL AGUA TIBIA", etiquetas llenas de información... en fin que mirarse en un espejo y reconocer que eras otra gorda mas del exilio, daba hasta dolor de pecho... y lo peor: las conversaciones. Llegabas de visita y te ofrecían algo de tomar y enseguida la acotación: solo tengo refresco de dieta, jugo sin azúcar y agua de sabor -¿agua de sabor? Ya nadie amaba el agua sencilla de la "pila", si no era envasada, de los manantiales vírgenes de los Pirineos, recogida al amanecer después de la luna llena por un monje tibetano, no te jodeeee!!!!-, después del "sano ofrecimiento", venía la conversación sobre cuanto aumentamos cuando llegamos, cuanto hemos bajado, las dietas efectivas, los mejores y mas sanos productos, lo último en ejercicios, intercambio de recetas saludables, datos de nuevos productos en el mercado, y así infinitamente hasta el aburrimiento, porque parece que nadie tenía mas tema de conversación que comentar nuestro peso en grasa... Hasta compartir un buen vino podía convertirse en un pecado mortal que te llevaba a una resaca de culpabilidad que no se quitaba ni con Advil, porque siempre aparecía el "león sordo" que había leído un articulo sobre lo dañino del vino y si era tinto, uffffff super peligroso!!!... y te jodía la noche... sin pasar por alto quien te llevaba el inventario de cuantas croquetas te habías comido, te comentaba al descuido que esos pasteles son grasa pura y tapan las arterias, y que los chicharrones de puerco son lo peor de lo peor, deberían estar presos en el Pasillo de la Muerte esperando el cumplimiento de la sentencia... nada, que rodeada de tantos sabiondos en el tema de la sanidad, con varios ojos inquisidores mirando tu plato y contabilizando las calorías que estabas consumiendo, no era de extrañarse que terminara confesándome con el primer Cura disponible en la madrugada y padeciendo una acidez de "mal de ojo" por culpa de los eufóricos de la sanidad.
Así que un día decidí rebelarme y declarar que sería un "cadáver exquisito" lleno de grasa, músculos fláccidos fáciles de masticar, huesos reblandecidos, colesterol de alta calidad y que además, me resistía a padecer cualquier enfermedad típica de los gordos, e incluso me negaba a tener las usuales conversaciones que tenían los viejos en los Asilos mientras jugaban dominó: cuál fue el resultado de los exámenes, tengo el colesterol en las nubes y los triglicéridos ni te cuento, la rodilla me tiene fundido y creo que que tengo que empezar a tomar calcio porque me mata la cadera... pero ademas, me resistía a pensar como una vieja y trataría a mi cuerpo como un templo: muchas ofrendas y cero estrés... bastante tenía con ser workholica e insoportable, motivos mas que suficientes para endurecer mis carnes y partirle la dentadura a cualquier gusanito que me metiera el diente en el ataúd... así que empecé a evitar a toda costa las conversaciones alrededor del exceso de peso, tipo de alimentación, dietas y enfermedades posibles o ciertas... y dentro de mi tiempo comencé a aplicar la teoría de mente positiva: soy una mujer sana, gracias por tanta buena salud y no pierdas la costumbre de darme más Yemayá, que tu hija tiene que seguir palante!!!... no niego que tengo mis debilidades, como caerle arriba a Carola para que coma "healthy food" -como ella dice- y no sea redonda como una bola de Navidad, tampoco puedo ser un mal ejemplo para mi hija, ni criar una "chatarra baby", no es necesario que me acuse de meterla a la fuerza en la "epidemia de obesidad" del país, así que ella decida cuando crezca si será un "cadáver exquisito" como la madre o se suma al regimiento de eufóricos de la sanidad; y por otro lado no niego que tengo mis momentos: me esfuerzo por ir al gym a trotar una hora en la caminadora, insisto en tomar agua y no ser un gorgojo porque tampoco tengo que ser un cadáver deshidratado, me abstengo de los excesos y trato, de por lo menos no ser del extremo de la balanza donde te ponen dos "pesos", porque una cosa es negarse a meterse en un culto de extremistas y otra ser una estúpida suicida que se abarrote de grasas, azúcar, carbohidratos, burbujas, etc., etc., etc., pero confieso que a veces es agotador, sobre todo cuando estoy en los días previos a la menstruación y me siento hinchada, fea y vieja, y por mas que me anime con el clásico cuento de estar a gusto con mi cuerpo y mi naturaleza, que sí que tengo que amarme tal y como soy y no pretendiendo ser una modelo de revista o una Barbie, igual no funciona, asi que en esos días no me resisto, me dejo vencer por los fundamentalistas de la sanidad, y por unos días caigo en los temas de las dietas, las criticas a las libras de mas con alguna amiga al teléfono, a la abstencion de comer "cosas ricas" y hasta he probado el Acai Berry para que nadie me haga un cuento. Pero, pero, pero gracias a Dios las mujeres estamos expuestas a constantes cambios hormonales que inciden sobre nuestro carácter, y finalmente llega la etapa de la ovulación, donde animales al fin, salimos a demostrarle a todos los machos alfa que somos deseables y propicias a la fecundación, y vuelvo a amarme tal y como soy, y hasta en esos días me pongo mis ropas atrevidas y justas de colores llamativos, me como dos chicharrones de un tiro, saboreo esos tostones enormes de Miami, busco el jugo de mango mas dulce y hasta me excedo con una tostada cubana, bien tostada y llena de mantequilla, y no me avergüenzo de meter "esta cuerpa" en un bikini de colores y tirarme como una ballena suicidada en cualquier playa de la Costa Este, rodeada de musculosos cuerpos... gracias a Dios, las hormonas ayudan a balancear las culpas y las fases, y los excesos, sin ser "excesivos", ayudan a subirte la autoestima... porque si algo he aprendido en estos 41 años de sobrevivencia en este planeta, es que los detalles son espectacularmente vacilables y no hay nada como disfrutar a plenitud los pequeños placeres de la vida: un buen vino, una conversación agradable sin culpas, los amigos como sean y como estén, un arroz moro con manteca de puerco, y un buen café con leche muy azucarado como hacía mi madre... porque la balanza de la vida, esa puta con razón, siempre te ayuda a estar muy cerca del fiel y no enloquecer con esta "civilizada" civilización... digo yo.