Las once mil vergas, de Guillaume Apollinaire (CAAW Ediciones Erótika 2015) a la venta AQUI , revisada y corregida, y un excelente prólogo de Angel Velázquez que reproduzco a continuación.
"Erótica y valentía en Las once mil vergas"
Ha sido leída como un relato erótico, en
el límite con el pornográfico, pero lo que mueve el desenfado del autor, el
interés por la retórica erótica, no ha sido captado en el fondo. ¿Qué se
proponía Guillaume Apollinaire con la novela más desvergonzada del momento y
que, por cuyo motivo impúdico, levantó revuelo de sospecha en la bohemia
parisina de los años 1910s? D. H. Lawrence, autor de El amante de Lady Chatterley (1928), novela que también fue considerada
pornográfica para la época, contrario al psicoanálisis, hubiese respondido: la
obra de Apollinaisre es un juego retorico entre eros y poder. Un vínculo secreto
entre eros y política, y entre eros y arte.
La acción política como deseo común, una
forma para la protesta política y el reino de la sexualidad reprimida. Si el autor
intenta traspasar el reino erótico y visualizar el infierno pornográfico, entonces
no tiene sentido narrativo. Tanto la pornografía como la política, tienen algo
en común. Borran de la escena humana la relación del uno con la alteridad.
Apollinaire necesita dejar ver en claro, con lo cuasi pornográfico, la decadencia del eros como fuerza universal. Se
oponía a la fuerza del narcisismo pornográfico político y psicoanalítico de la
época, cuyas fuerzas respondían al puro rendimiento del trabajo donde la sexualidad
se iba convirtiendo en un subproducto del capital.
Reinventar de nuevo el amor, la forma thymia del deseo, es una preocupación central en el pensamiento
erótico de Guillaume Apollinaire. De ahí el surrealismo erótico. De ahí lo que
expresaba Breton, el líder surrealista, acerca de Eros: "el único arte
digno del hombre y del espacio, el único capaz de conducirlo más allá de las
estrellas es el erotismo". Ellos están por la valentía, el valor ético, y contra del deseo de sentir placer. Es
como en la doctrina platónica de lo bello: eros es poder por encima de todas
las partes del deseo. El placer que emana de lo iracundo, de la fuerza que
produce ruptura, cambios, vanguardismo.
Las
once mil vergas es la novela fantasiosa, ardid
retorico perfecto, que procura desviar la atención del deseo hacia la compresión
de la erótica de la vida. Es típica de las novelas inspiradas en una época de
decadencia donde el trabajo secuestra
al amor. El eros, la virtud poética del hombre, se ha visto tullida por la
política y el poder. Las descripciones de Apollinare en Las once mil vergas parecen estar a favor de las escenas pornográficas,
de la arrogancia sexual, del masoquismo del placer carnal, de los vericuetos
sádicos de las relaciones de poder del uno
sobre el otro, pero eso no es el
punto nodal de la erótica surrealista. Apollinaire es un escritor satírico, burlón
y estremecedor. Provocador frente al público dominado por la dialéctica del amo
y el esclavo, y de cómo el esclavo se convierte en el amo del amo, investiga a
fondo en que consiste la esencia del Ser. Las historias de amor, a veces
depravantes, sinuosas, les sirven de pretextos para penetrar en la secreta
relación del eros con la política y del inconsciente individual y colectivo.
Las
once mil vergas es un relato de crítica sobre lo que
se proponía la literatura de la época. El lector avisado no debería encontrar
en las explicitas escenas sexuales una depravación del espíritu consciente de
la disciplina acerca del sexo. Apollinaire es muestra del impulso ascético de
la vida, del ejercitante que llega estar atento de su propia forma de ver la
vida. Más que cualquier descripción pornográfica y relación entre deseo y
poder, en el fondo haremos contacto con una estética. La estética de los sueños
y de la crítica del surrealismo a una época que consideraba decadente. La
erótica del amor iba siendo maniatada por el rendimiento del capital.
Ángel Velázquez. Miami, 2015